El
origen del Santuario de la Virgen del Cebranu se encuentra entre las brumas de
la leyenda ya que no contamos con datos históricos (arqueológicos o documentales).
Tarjeta postal del primer cuarto del siglo XX
Son
tres la leyendas que, si unimos, nos pueden ofrecer un relato en lo que lo
milagroso teje el hilo de una historia que podría ser contada así:
Tras la derrota del rey visigodo Rodrigo, los
“moros” (musulmanes, sarracenos, ismailitas, etc.) comenzaron la conquista de
la península ibérica lo que provocó que algunos cristianos visigodos huyesen
hacia el norte. Tras un duro caminar, algunos llegaron a través del Camín de La
Mesa a tierras teberganas. Entre las escasas pertenencias que habían logrado
salvar se encontraba una imagen de la Virgen María que para salvaguardarla
escondieron en una cueva de la Peña Sobia.
Imagen restaurada de la Virgen del Cébranu
Muchos años después estando un pastor cuidando sus rebaños
en la falda de Sobia vió, con una mezcla de asombro y miedo, como de entre los
zarzales cercanos a la peña salía una potente luz que asemejaba un rayo. La
curiosidad pudo con la medrana y fue acercándose para ver primero una pequeña
cueva, y descubrir después una imagen sonriente de la Virgen que le hablaba pidiéndole
la construcción de un santuario en el que pudiese morar (Aquí existe una variante que dice que la cabeza de la Virgen se hallaba protegida dentro de un calderín de cobre que da lugar a otra leyenda de la que hablaré en otra entrada).
Maravillado y conmovido corrió a contar a los vecinos de los
pueblos de los alrededores el suceso, y entre la incredulidad y la sorpresa los
hombres y mujeres del Valle primero, y de toda Teberga después, pudieron
comprobar el hallazgo, decidiendo construir de inmediato una ermita y mantener
a la Virgen en la cueva hasta que se esta se hubiese terminado.
Dibujo del santuario con el pórtico de Samuel G. Pérez
Se pusieron manos a la obra para construir la
Iglesia y comenzó el acarreo de piedra, la elaboración de vigas y todo el
material necesario que fue depositándose en el lugar elegido por los vecinos
(el que hoy conocemos como La Cruz o La Bocada entre Berrueñu y Carrea).
No obstante
la elección del emplazamiento hecha por los vecinos no parecía satisfacer a la
Virgen, que decidió enviar una señal a través de los ángeles que, en la noche
mientras los moradores dormían, deshacían y trasladaban de lugar lo que los
hombres y mujeres del valle habían depositado y construido. Varios días se dio el
prodigio ante el asombro y la alarma del vecindario hasta que comprendieron que
estos sucesos inexplicables eran una señal de la Virgen que les indicaba el
lugar en el que hoy se levanta el santuario del Cebranu.
Esta es la “historia”
legendaria que nos ha llegado y que forma parte de la cultura tradicional de
Teberga. En ella se conjugan tres elementos que se encuentran en casi todas las
leyendas de tradición oral cristianas: “moros”, “pastores” y “ángeles”.
Aunque no resulte creíble cabe reconocer que es
una forma poética de explicar lo que no conocemos.
Francisco Javier García Valledor