jueves, 17 de mayo de 2018

EL ORIGEN DE LA COLEGIATA DE SAN PEDRO DE TEBERGA.




En la Plaza, donde confluyen los valles de Valdecarzana y de San Pedro se erige la Colegiata de San Pedro que origino en torno suyo un pequeño núcleo de población. Es una construcción muy controvertida y con dificultades de interpretación desde el punto de vista artístico e histórico. 

                             

                             Recreación de la Iglesia de San Pedro en sus orígenes según El arquitecto Fernando Nanclares

La Colegiata de San Pedro de Teberga es una obra absolutamente singular lo que ha dado lugar a interpretaciones diversas y hasta contrapuestas. Distintos historiadores y eruditos han estudiado e intentado interpretar hacia el pasado el monumento histórico-artístico que hoy se nos presenta tras diversas transformaciones y reformas  a lo largo de los siglos de su historia. Pero nadie duda de su extraordinario valor histórico y artístico estando catalogada como Monumento Nacional desde el 4 de junio de 1931, contando  además con la máxima categoría de protección por parte del Principado de Asturias  al estar declarado Bien de Interés Cultural (B.I.C.).

                 

                            
                                       Detalle de la Colegiata en el primer cuarto del siglo XX. Archivo Mas

            Su propio origen está sumido en el debate en torno a una primera construcción de carácter prerrománica, una construcción que representaría la transición del prerrománico al románico inicial, o una obra plenamente románica pero arcaica. 

A todo lo anterior se añade, para hacer más complejo el análisis, la existencia de la vecina iglesia de San Miguel (a la que dediqué otro artículo de este blog  “la iglesia desconocida: San Miguel de la Plaza”)   con la que convivió San Pedro y pudo darse el traslado de piezas e inscripciones de una a otra, lo que dificulta más aún la interpretación de los datos epigráficos de los que disponemos  y de los restos (como capiteles) que se hayan en la sacristía actual  

                  

                                                
                                    Colegiata en el primer cuarto del siglo XX. Archivo Mas
      
En cualquier caso resulta necesario para acercarse al origen de San Pedro ordenar los datos que tenemos de orden arqueológico, epigráfico y documental.

1.- EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA COLEGIATA

Las dos únicas intervenciones arqueológicas en una parte de la Colegiata o de su entorno se enmarcan en sendos trabajos de restauración. El primero dirigido desde 1980 por el arquitecto Fernando Nanclares y el segundo en 2012 por el arquitecto Félix Gordillo.
La primera campaña arqueológica en los años 1990-91 llevada a cabo por A. Martínez Villa y O. Requejo Pagés. La segunda en los años 2012 y 2013 realizada por Iván Muñiz López Alejandro García Álvarez.

Asimismo en el proyecto de restauración de 1980 al renovar el pavimento interior se hallaron las estructuras de cimentación, lo que ha permitido reconstruir (en plano) una parte importante de la planta original del edificio.

La  información que proporciona la primera campaña arqueológica es sobre la franja paralela a la fachada sur en la que aparece una necrópolis de tumbas de lajas de  época medieval junto a la base de la cimentación del templo. En un nivel superior aparecieron nuevas tumbas excavadas directamente en tierra ya cubriendo la cimentación medieval. Por encima, y ya de época de la edad moderna aparecen los restos de un pórtico longitudinal paralelo a la fachada y sobre el mismo aparece un suelo en el que se recuperaron trozos de cornisa y románica y de piedra labrada que está en relación con las obras realizadas en la colegiata en el siglo XVII. En el suelo que lo cubre aparecieron dos monedas, una de época de Felipe IV fechada en 1642 y otra un maravedí de Carlos II fechado hacia 1680.

La segunda intervención arqueológica se centró en la zona anterior al arco de acceso a la torre y fachada de la iglesia y en el claustro y cubierta. En cuanto a lo que nos interesa en este artículo la excavación realizada en este sector de acceso a la torre  ha permitido documentar un espacio funerario medieval con  enterramientos en fosa bajomedievales, cerámica bajomedieval, así como una moneda, concretamente un cornado de Alfonso XI (1312-1350).  Y por al exterior de este espacio, concretamente en su costado meridional, se ha podido documentar, aunque parcialmente, el cementerio de tumbas de lajas de época medieval asociado a la Colegiata de Teberga que ya conocíamos de la excavación de 1991, documentándose ahora un total de 14 nuevas tumbas de lajas, 4 de ellas infantiles. A falta de dataciones absolutas su cronología habría que encuadrarla entre los siglos XI y XV

                             

                      
Al margen de las intervenciones arqueológicas, encontramos fuera de cualquier contexto estratigráfico que nos permitiese obtener su cronología, algunas piezas que se conservan en la sacristía como dos capiteles corintios de tipo altomedieval, probablemente del siglo IX.

2.- FUENTES EPIGRÁFICAS.
En cuanto a la Colegiata, no se conserva ninguna inscripción fundacional, a la inversa que en el caso
de San Miguel.

           A) Sí conocemos el texto de una inscripción funeraria relacionada con San Pedro.
                         
                                   

1. CRVCIS ALME FERO SIGNVM FVGE DEMON
2. IN OC TVMVLO OBIIT FAMVLO D[E]I FRE
3. DENANDO DEFV(N)CTO QVI MIGRATVS DE OC SECVLO VIIID I
4. DVS OC[TO]BR[I]S IN CIVITATE TOLETO MILITE CVM
5. PACANOS IN TEMPORE ADEFONSO REX ET
6.  DE LVIII ANNOS
7. IN ERA CXIIII O POSf M[I]L[LESIM]A REQVIES
8. CAT IN PACE AMEN

TRADUCCIÓN: “Llevo la señal de la Santa Cruz ¡Huye, demonio! En este sepulcro murió el
 siervo de Dios Fernando difunto, que emigró de este siglo el VIII de los Idus de Octubre en
 la ciudad de Toledo, guerreando contra los paganos en tiempo del Rey Alfonso y... de cincuenta
 y ocho años, en la Era 1114. Descanse en paz. Amén” (7 de octubre de 1076).

La pieza se perdió a finales del siglo XIX, pero fue copiada por Jovellanos un siglo antes, aunque de
forma algo defectuosa. Existe una  transcripción de la misma  en la Real Academia de la Historia,
entre los papeles del Diccionario Geográfico compilado por Martínez Marina, que fue identificada
 por Fortunato de Selgas, el cual lo notificó a Ciriaco Miguel Vigil, quien lo publicó en 1887.
Jovellanos sitúa esta inscripción en la entrada del templo, mientras que Vigil la ubica "en el coro de
 San Pedro de Teberga, en el lado del Evangelio". De todas formas, no podemos saber si incluso había 
sido desplazada de su emplazamiento originario, ni si procede de San Pedro o de algún otro 
templo cercano, como el  de San Miguel, de forma que no nos puede aportar información en cuanto 
a la cronología.
       B) Una segunda inscripción, que llegó a  Vigil de la misma manera que la anterior, reza:

IN V ...A SANCTORUM PETRI ET PAULI SEDIS TERVICENS
DIVE MEMORIE PELAGIO ELDONCIA FECIT PRO
ANIMAS NOSTRAS.

                   

          
TRADUCCIÓN: “En honor de los santos Pedro y Pablo de la sede tebergana; Pelayo, de santa 
memoria, Eldoncia lo hizo, por nuestras almas”

Según Vigil, esta inscripción se encontraba en una cruz procesional custodiada en la sacristía, 
recogiendo el testimonio del corresponsal de Martínez Marina, para el ya citado diccionario. 
Responde a la fórmula dedicatoria de la cruz procesional, por lo que probablemente se extendería
 a lo largo de uno de los ejes de la misma. Vemos cómo sus protagonistas son los fundadores
 de Santa María de Lapedo y San Martín de Teberga , Pelagio Froilaz y Eldoncia Ordoniz,
 también vinculados a la fundación de San Pedro de Teberga como veremos más adelante.
                        
3.- FUENTES DOCUMENTALES

La fuente más importante para conocer la historia temprana de San Pedro de Teberga es el 
desaparecido Libro del Codo, copiado por José Acevedo Villarroel para uso de Gaspar 
Melchor de Jovellanos en 1792. Junto con él, el Liber Testamentorum,  de la catedral de Oviedo
 nos ofrece información esencial para analizar el origen de la Colegiata.

      A)     En el Libro del Codo se recoge una primera alusión a San Pedro de Teberga cuya traducción es: 
     “En la era MCVII [año 1069 ]. Fue conocido en el cabildo de la iglesia tebricense que dicha                       
    iglesia mantiene sociedad y confraternidad con las iglesias y monasterios que se indican más abajo,
   es decir, con el monasterio de San Isidoro de León, con la iglesia de Santa María de Arbas, con el 
   monasterio Lapidense,con el Cornelianense, con el monasterio de Obona, con el monasterio de San
   Andrés de Espinareda y por los allí difuntos se celebran anualmente aniversarios”

    B) En el Liber Testamentorum de la catedral de Oviedo se recogen cuatro donaciones o “testamenta” 
    por las que partes o porciones de la propiedad del monasterio de San Pedro de Teberga son entregadas
    a San Salvador de Oviedo:

                                          

               
1.      En Julio de 1092 la condensa Eldoncia, hija del conde Munio Fernández y de Geloria 
Peláiz concede a San salvador su parte en el monasterio de San Pedro en territorio de Teberga.
(Hay que hacer notar que la donante es nieta de la pareja condal  Pelagio Frolilaz y 
Eldoncia Ordoniz).
2. En Febrero de 1096 la Deo vota (monja) Scemena Pelaiz da a San Salvador de Oviedo
 su “ración” en el monasterio de San Pedro de Teberga.
3.      En Julio de 1096 Maria Peláiz, ancilla Christi (esclava de Cristo), da a San Salvador de 
Oviedo su porción en el monasterio de San Pedro de Teberga, procedente de la herencia 
de sus padres, el conde Pelagio Froilaz y su esposa Eldoncia Ordoniz.
4.      En Febrero de 1097 Mummadonna Gundesalviz da el monasterio de san pedro, San Juan
 y San Benito  a San Salvador a la muerte de su hijo Gundisalvo. (Hay que hacer notar que el
 esposo de Munnadonna, Pelagio Pelaiz, es hijo de Pelagio Froilaz y Eldoncia Ordoniz).

CONCLUSIONES:
De todas las fuentes que hemos repasado obtenemos una aproximación, al día de hoy, del origen
 de la Colegiata tebergana:
 Podemos afirmar, en tanto en cuanto no se realicen nuevas intervenciones arqueológicas, que 
no hay argumentos para afirmar la preexistencia de una fase prerrománica en el edificio
 actualmente conservado, ya que no se ha encontrado registro arqueológico que muestre la 
existencia de fases constructivas anteriores. Queda sin resolver el problema que nos 
plantean los capiteles, que hemos mencionado más arriba, que se conservan en la sacristía 
y que nos sitúan en un horizonte prerrománico.
Los datos epigráficos siendo útiles y orientativos, no pueden ser concluyentes e inequívoco
s a la hora de asignarlos a San Pedro de Teberga, ya que pueden haber sido trasladados de
 otra iglesia y no tienen conexión con estratigrafía arqueológica alguna.
Son las fuentes documentales las que nos ofrecen más información para su tratamiento e
 interpretación. De ellas podemos extraer, como hemos visto que en el año 1069 San Pedro
 de Teberga ya había sido fundada y formaba parte de una red de iglesias y monasterios 
que conciertan o acuerdan el culto celebrado por los difuntos benefactores de los mismos. 
A finales del siglo XI se producen en 1092, 1096  y 1097 cuatro donaciones de 
porciones del monasterio a San salvador de Oviedo por parte, en tres casos, de miembros 
de un mismo linaje nobiliario que procede de los condes Pelagio Froilaz y Eldoncia 
Ordoniz, que curiosamente son asimismo fundadores de los monasterios de Santa María 
de Lapedo, en Belmonte y Santa María de Valdecarzana, y de la iglesia de San Miguel en
 La Plaza.
Si estos datos documentales los cruzamos con otros datos documentales de carácter histórico
 en el contexto espacial  siguiendo a Fernández Conde “nos encontramos con una familia de 
primera fila y muy influyente en la región, que en la primera parte del siglo XI está en fase
de rápida consolidación y afianzamiento económico-social, y que, como otras de similar 
categoría, utiliza las iglesias construidas en sus predios (iglesias propias) para convertirlas
 en fuentes de pingües ingresos, constituyéndolas en monasterios. En realidad, estos
 “cenobios propios”, durante su primera época histórica, de monástico no tuvieron más que el
 nombre.”
Estamos, por tanto, ante una fundación “de propios” por la cual se sustraía al poder del 
obispo sus bienes y la familia fundadora, el linaje más importante en la Asturias 
del siglo XI, administraba y transmitía en herencia.
Pelagio Froilaz  fue uno de los personajes más influyentes de las nobleza de Asturias en la 
primera mitas del siglo XI y su mujer, Aldonza Ordóniz  de ascendencia real (nieta de dos 
reyes), por línea materna (su madre la infanta Cristina era hija del rey de León Bermudo II)
 y por línea paterna (su padre era hijo del rey de león Ramiro III).
Las relaciones de esta familia con la corte leonesa se limita a la protección económica, 
recibiendo algunas donaciones, aunque la debilidad de los reyes leoneses en los primeros  
años del siglo provocará revueltas de la nobleza que se había venido consolidando en 
Asturias, Galicia y Castilla. La enemistad o caída en desgracia de Pelagio Froilaz 
que muestra el “Privilegio de Parmu” con Alfonso V habría que situarla en 
este contexto según Fernadez Conde. Es con Bermudo III cuando se concede 
el Privilegio de Parmu cuando parece que Pelagio Froilaz retoma un importante 
papel en la corte que mantendrán sus hijos. Cuando se realiza la consagración de 
la iglesia de San Juan y San Pelayo de León en el año 1063,de los cuatro nobles 
que con la familia real y las autoridades eclesiásticas presidían la celebración, se 
encontraban tres de los hijos de Pelagio Froilaz: Pedro, Munio y Ordoño.
Nada impide pensar que esta familia iniciase la construcción de un templo destinado a 
panteón similar a los que en la corte de León se construían, teniendo en cuenta que 
Teberga parece que era un territorio en el que las posesiones de la estirpe eran importantes.
 Conocemos su presencia en Parmu y La Foceicha; sabemos de la donación por parte de la 
condesa de la villa de Taxa al Monasterio también fundado por ella de Santa María de 
Villanueva (Valdecarzana). Asimismo constan documentalmente propiedades suyas en 
concejos aledaños tanto de Asturias como de León.
Pelagio muere en el año 1043 y Eldoncia en torno a 1056, lo cual implica que la fundación  
se produjo antes de esta última fecha. 
Las donaciones de finales del siglo XI (entre 1092 y 1097) a San Salvador de Oviedo 
y por ende al Obispo ovetense  hacen también abrir la interpretación pausible de que 
toda o  la mayor parte de la iniciativa constructiva correspondió a la mitra ovetense 
en la figura del obispo Pelayo en los primeros años del siglo XII ya que, posteriormente, 
los conflictos y guerras civiles a la muerte de Alfonso VI (1109) dificultaron 
las actividades constuctivas. En este sentido San Pedro de Teberga a partir de las 
donaciones a San Salvador deja de ser una fundación de propios para convertirse en 
una canonía rural (Colegiata) formada por clérigos que la gobiernan por medio de un 
cabildo y un abad.
La documentación sobre San Pedro no se recupera hasta 1142, donde claramente se 
ha organizado una canonía, y en 1452 aparece la primera mención a un abad: Petrus Martiniz.
La Colegiata pasará  completamente a manos de San Salvador de Oviedo en 1201 cuando el rey 
Alfonso IX de León en compensación de la cesión por parte de la diócesis ovetense a la de 
Orense del monasterio de Celanova por cuya propiedad pleiteaban ambos obispados.

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