En la Plaza, donde confluyen los
valles de Valdecarzana y de San Pedro se erige la Colegiata de San Pedro que
origino en torno suyo un pequeño núcleo de población. Es una
construcción muy controvertida y con dificultades de interpretación desde el
punto de vista artístico e histórico.
Recreación
de la Iglesia de San Pedro en sus orígenes según El arquitecto Fernando
Nanclares
La Colegiata de San Pedro de Teberga
es una obra absolutamente singular lo que ha dado lugar a interpretaciones
diversas y hasta contrapuestas. Distintos historiadores y eruditos han
estudiado e intentado interpretar hacia el pasado el monumento histórico-artístico
que hoy se nos presenta tras diversas transformaciones y reformas a lo largo de los siglos de su historia. Pero nadie
duda de su extraordinario valor histórico y artístico estando catalogada como
Monumento Nacional desde el 4 de junio de 1931, contando además con la máxima categoría de protección
por parte del Principado de Asturias al
estar declarado Bien de Interés Cultural (B.I.C.).
Detalle de la
Colegiata en el primer cuarto del siglo XX. Archivo Mas
Su
propio origen está sumido en el debate en torno a una primera construcción de
carácter prerrománica, una construcción que representaría la transición del
prerrománico al románico inicial, o una obra plenamente románica pero arcaica.
A todo lo anterior se añade, para
hacer más complejo el análisis, la existencia de la vecina iglesia de San
Miguel (a la que dediqué otro artículo de este blog “la iglesia desconocida: San Miguel de la Plaza”) con la que convivió San Pedro y pudo darse
el traslado de piezas e inscripciones de una a otra, lo que dificulta más aún
la interpretación de los datos epigráficos de los que disponemos y de los restos (como capiteles) que se hayan
en la sacristía actual
Colegiata en el primer
cuarto del siglo XX. Archivo Mas
En cualquier caso resulta necesario
para acercarse al origen de San Pedro ordenar los datos que tenemos de orden
arqueológico, epigráfico y documental.
1.-
EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA COLEGIATA
Las
dos únicas intervenciones arqueológicas en una parte de la Colegiata o de su
entorno se enmarcan en sendos trabajos de restauración. El primero dirigido
desde 1980 por el arquitecto Fernando Nanclares y el segundo en 2012 por el
arquitecto Félix Gordillo.
La
primera campaña arqueológica en los años
1990-91 llevada a cabo por A. Martínez Villa y O. Requejo Pagés. La segunda en
los años 2012 y 2013 realizada por Iván Muñiz López Alejandro García Álvarez.
Asimismo
en el proyecto de restauración de 1980 al renovar el pavimento interior se
hallaron las estructuras de cimentación, lo que ha permitido reconstruir (en
plano) una parte importante de la planta original del edificio.
La
información que proporciona la primera
campaña arqueológica es sobre la franja paralela a la fachada sur en la que
aparece una necrópolis de tumbas de lajas de
época medieval junto a la base de la cimentación del templo. En un nivel
superior aparecieron nuevas tumbas excavadas directamente en tierra ya cubriendo
la cimentación medieval. Por encima, y ya de época de la edad moderna aparecen
los restos de un pórtico longitudinal paralelo a la fachada y sobre el mismo
aparece un suelo en el que se recuperaron trozos de cornisa y románica y de
piedra labrada que está en relación con las obras realizadas en la colegiata en
el siglo XVII. En el suelo que lo cubre aparecieron dos monedas, una de época
de Felipe IV fechada en 1642 y otra un maravedí de Carlos II fechado hacia
1680.
La
segunda intervención arqueológica se centró en la zona anterior al arco de
acceso a la torre y fachada de la iglesia y en el claustro y cubierta. En
cuanto a lo que nos interesa en este artículo la excavación realizada en este
sector de acceso a la torre ha permitido
documentar un espacio funerario medieval con enterramientos en fosa bajomedievales,
cerámica bajomedieval, así como una moneda, concretamente un cornado de Alfonso
XI (1312-1350). Y por al exterior de este
espacio, concretamente en su costado meridional, se ha podido documentar,
aunque parcialmente, el cementerio de tumbas de lajas de época medieval
asociado a la Colegiata de Teberga que ya conocíamos de la excavación de 1991,
documentándose ahora un total de 14 nuevas tumbas de lajas, 4 de ellas
infantiles. A falta de dataciones absolutas su cronología habría que encuadrarla
entre los siglos XI y XV
Al
margen de las intervenciones arqueológicas, encontramos fuera de cualquier
contexto estratigráfico que nos permitiese obtener su cronología, algunas
piezas que se conservan en la sacristía como dos capiteles corintios de tipo
altomedieval, probablemente del siglo IX.
2.- FUENTES EPIGRÁFICAS.
En cuanto a la Colegiata, no se conserva ninguna
inscripción fundacional, a la inversa que en el caso
de San Miguel.
A) Sí conocemos el texto de una inscripción
funeraria relacionada con San Pedro.
1. CRVCIS ALME FERO SIGNVM FVGE DEMON
2. IN OC TVMVLO OBIIT
FAMVLO D[E]I FRE
3. DENANDO DEFV(N)CTO QVI MIGRATVS DE OC SECVLO
VIIID I
4. DVS OC[TO]BR[I]S IN
CIVITATE TOLETO MILITE CVM
5. PACANOS IN TEMPORE ADEFONSO REX ET
6. DE
LVIII ANNOS
7. IN ERA CXIIII O POSf M[I]L[LESIM]A REQVIES
8. CAT IN PACE AMEN
TRADUCCIÓN:
“Llevo la señal de la Santa Cruz ¡Huye, demonio! En este sepulcro murió el
siervo de Dios Fernando difunto, que emigró de este siglo el VIII de los Idus
de Octubre en
la ciudad de Toledo, guerreando contra los paganos en tiempo del
Rey Alfonso y... de cincuenta
y ocho años, en la Era 1114. Descanse en paz.
Amén” (7 de octubre de 1076).
La pieza se perdió a finales del siglo XIX,
pero fue copiada por Jovellanos un siglo antes, aunque de
forma algo
defectuosa. Existe una transcripción de
la misma en la Real Academia de la
Historia,
entre los papeles del Diccionario Geográfico compilado por Martínez
Marina, que fue identificada
por Fortunato de Selgas, el cual lo notificó a Ciriaco
Miguel Vigil, quien lo publicó en 1887.
Jovellanos sitúa esta inscripción en la
entrada del templo, mientras que Vigil la ubica "en el coro de
San Pedro
de Teberga, en el lado del Evangelio". De todas formas, no podemos saber
si incluso había
sido desplazada de su emplazamiento originario, ni si procede
de San Pedro o de algún otro
templo cercano, como el de San Miguel, de forma que no nos puede
aportar información en cuanto
a la cronología.
B) Una segunda inscripción, que llegó a Vigil de la misma manera que la anterior,
reza:
IN V ...A SANCTORUM
PETRI ET PAULI SEDIS TERVICENS
DIVE MEMORIE PELAGIO ELDONCIA FECIT PRO
TRADUCCIÓN:
“En honor de los santos Pedro y Pablo de la sede tebergana; Pelayo, de santa
memoria, Eldoncia lo hizo, por nuestras almas”
Según Vigil, esta inscripción se encontraba en
una cruz procesional custodiada en la sacristía,
recogiendo el testimonio del
corresponsal de Martínez Marina, para el ya citado diccionario.
Responde a la
fórmula dedicatoria de la cruz procesional, por lo que probablemente se
extendería
a lo largo de uno de los ejes de la misma. Vemos cómo sus
protagonistas son los fundadores
de Santa María de Lapedo y San Martín de Teberga
, Pelagio Froilaz y Eldoncia Ordoniz,
también vinculados a la fundación de San
Pedro de Teberga como veremos más adelante.
3.- FUENTES DOCUMENTALES
La fuente más importante para conocer la
historia temprana de San Pedro de Teberga es el
desaparecido Libro del Codo,
copiado por José Acevedo Villarroel para uso de Gaspar
Melchor de Jovellanos en
1792. Junto con él, el Liber Testamentorum, de la catedral de Oviedo
nos ofrece
información esencial para analizar el origen de la Colegiata.
A) En el Libro del Codo se recoge una primera
alusión a San Pedro de Teberga cuya traducción es:
“En la era MCVII [año 1069
]. Fue conocido en el cabildo de la iglesia tebricense que dicha
iglesia
mantiene sociedad y confraternidad con las iglesias y monasterios que se
indican más abajo,
es decir, con el monasterio de San Isidoro de León, con la
iglesia de Santa María de Arbas, con el
monasterio Lapidense,con el
Cornelianense, con el monasterio de Obona, con el monasterio de San
Andrés de
Espinareda y por los allí difuntos se celebran anualmente aniversarios”
B) En el
Liber Testamentorum de la catedral de Oviedo se recogen cuatro donaciones o
“testamenta”
por las que partes o porciones de la propiedad del monasterio de
San Pedro de Teberga son entregadas
a San Salvador de Oviedo:
1. En Julio de 1092 la condensa Eldoncia, hija
del conde Munio Fernández y de Geloria
Peláiz concede a San salvador su parte
en el monasterio de San Pedro en territorio de Teberga.
(Hay que hacer notar
que la donante es nieta de la pareja condal Pelagio Frolilaz y
Eldoncia Ordoniz).
2. En Febrero de 1096 la Deo vota (monja) Scemena
Pelaiz da a San Salvador de Oviedo
su “ración” en el monasterio de San Pedro de
Teberga.
3. En Julio de 1096 Maria Peláiz, ancilla Christi
(esclava de Cristo), da a San Salvador de
Oviedo su porción en el monasterio de
San Pedro de Teberga, procedente de la herencia
de sus padres, el conde Pelagio
Froilaz y su esposa Eldoncia Ordoniz.
4. En Febrero de 1097 Mummadonna Gundesalviz da
el monasterio de san pedro, San Juan
y San Benito a San Salvador a la muerte de su hijo
Gundisalvo. (Hay que hacer notar que el
esposo de Munnadonna, Pelagio Pelaiz,
es hijo de Pelagio Froilaz y Eldoncia Ordoniz).
CONCLUSIONES:
De
todas las fuentes que hemos repasado obtenemos una aproximación, al día de hoy,
del origen
de la Colegiata tebergana:
Podemos afirmar, en tanto en cuanto no se
realicen nuevas intervenciones arqueológicas, que
no hay argumentos para afirmar
la preexistencia de una fase prerrománica en el edificio
actualmente
conservado, ya que no se ha encontrado registro arqueológico que muestre la
existencia de fases constructivas anteriores. Queda sin resolver el problema
que nos
plantean los capiteles, que hemos mencionado más arriba, que se
conservan en la sacristía
y que nos sitúan en un horizonte prerrománico.
Los
datos epigráficos siendo útiles y orientativos, no pueden ser concluyentes e
inequívoco
s a la hora de asignarlos a San Pedro de Teberga, ya que pueden haber
sido trasladados de
otra iglesia y no tienen conexión con estratigrafía
arqueológica alguna.
Son
las fuentes documentales las que nos ofrecen más información para su
tratamiento e
interpretación. De ellas podemos extraer, como hemos visto que en
el año 1069 San Pedro
de Teberga ya había sido fundada y formaba parte de una
red de iglesias y monasterios
que conciertan o acuerdan el culto celebrado por
los difuntos benefactores de los mismos.
A finales del siglo XI se producen en
1092, 1096 y 1097 cuatro donaciones de
porciones del monasterio a San salvador de Oviedo por parte, en tres casos, de
miembros
de un mismo linaje nobiliario que procede de los condes Pelagio
Froilaz y Eldoncia
Ordoniz, que curiosamente son asimismo fundadores de los
monasterios de Santa María
de Lapedo, en Belmonte y Santa María de
Valdecarzana, y de la iglesia de San Miguel en
La Plaza.
Si
estos datos documentales los cruzamos con otros datos documentales de carácter
histórico
en el contexto espacial siguiendo
a Fernández Conde “nos encontramos con una familia de
primera fila y muy
influyente en la región, que en la primera parte del siglo XI está en fase
de
rápida consolidación y afianzamiento económico-social, y que, como otras de
similar
categoría, utiliza las iglesias construidas en sus predios (iglesias
propias) para convertirlas
en fuentes de pingües ingresos, constituyéndolas en
monasterios. En realidad, estos
“cenobios propios”, durante su primera época
histórica, de monástico no tuvieron más que el
nombre.”
Estamos,
por tanto, ante una fundación “de propios” por la cual se sustraía al poder del
obispo sus bienes y la familia fundadora, el linaje más importante en la
Asturias
del siglo XI, administraba y transmitía en herencia.
Pelagio
Froilaz fue uno de los personajes más
influyentes de las nobleza de Asturias en la
primera mitas del siglo XI y su
mujer, Aldonza Ordóniz de ascendencia
real (nieta de dos
reyes), por línea materna (su madre la infanta Cristina era
hija del rey de León Bermudo II)
y por línea paterna (su padre era hijo del rey
de león Ramiro III).
Las
relaciones de esta familia con la corte leonesa se limita a la protección
económica,
recibiendo algunas donaciones, aunque la debilidad de los reyes
leoneses en los primeros
años del siglo
provocará revueltas de la nobleza que se había venido consolidando en
Asturias,
Galicia y Castilla. La enemistad o caída en desgracia de Pelagio Froilaz
que
muestra el “Privilegio de Parmu” con Alfonso V habría que situarla en
este
contexto según Fernadez Conde. Es con Bermudo III cuando se concede
el
Privilegio de Parmu cuando parece que Pelagio Froilaz retoma un importante
papel en la corte que mantendrán sus hijos. Cuando se realiza la consagración
de
la iglesia de San Juan y San Pelayo de León en el año 1063,de los cuatro
nobles
que con la familia real y las autoridades eclesiásticas presidían la
celebración, se
encontraban tres de los hijos de Pelagio Froilaz: Pedro, Munio
y Ordoño.
Nada
impide pensar que esta familia iniciase la construcción de un templo destinado
a
panteón similar a los que en la corte de León se construían, teniendo en
cuenta que
Teberga parece que era un territorio en el que las posesiones de la
estirpe eran importantes.
Conocemos su presencia en Parmu y La Foceicha;
sabemos de la donación por parte de la
condesa de la villa de Taxa al
Monasterio también fundado por ella de Santa María de
Villanueva
(Valdecarzana). Asimismo constan documentalmente propiedades suyas en
concejos
aledaños tanto de Asturias como de León.
Pelagio
muere en el año 1043 y Eldoncia en torno a 1056, lo cual implica que la
fundación
se produjo antes de esta
última fecha.
Las
donaciones de finales del siglo XI (entre 1092 y 1097) a San Salvador de Oviedo
y por ende al Obispo ovetense hacen también
abrir la interpretación pausible de que
toda o la mayor parte de la iniciativa constructiva
correspondió a la mitra ovetense
en la figura del obispo Pelayo en los primeros
años del siglo XII ya que, posteriormente,
los conflictos y guerras civiles a
la muerte de Alfonso VI (1109) dificultaron
las actividades constuctivas. En
este sentido San Pedro de Teberga a partir de las
donaciones a San Salvador
deja de ser una fundación de propios para convertirse en
una canonía rural
(Colegiata) formada por clérigos que la gobiernan por medio de un
cabildo y un
abad.
La
documentación sobre San Pedro no se recupera hasta 1142, donde claramente se
ha
organizado una canonía, y en 1452 aparece la primera mención a un abad: Petrus
Martiniz.
La
Colegiata pasará completamente a manos de San Salvador de Oviedo en 1201
cuando el rey
Alfonso IX de León en compensación de la cesión por parte de la
diócesis ovetense a la de
Orense del monasterio de Celanova por cuya propiedad
pleiteaban ambos obispados.